De vuelta...

Una de las bellas casas en Clave Verde


Hola.  De este lado del globo rondan las 16 horas con veinte minutos. Yo regresé a mi rutina habitual el pasado sábado a eso de las 18 horas.  Estuve fuera de casa por cinco días con sus cuatro noches. Noches en las que el sonido de múltiples pajaritos era lo único que escuchaba. Estuve estos días previos y posteriores al fin de año en un lugar de mucho descanso.  Es increible como suelen cambiar las demandas de una persona según los años se van acomodando en el cuerpo.  En fin, que la bulla de las fiestas, la vocinglería y el tumulto no fueron parte de mi entorno este año que terminó.

Ya en lo que sería la primera mañana de un nuevo año, los pajaritos seguían entonando sus melodías. Yo despertaba pidiendo café, y quienes me acompañaban se apuraban a alistarse para ir a la playa. Los días continúan su curso sin piedad alguna y hoy ya vamos por el número cinco.

A todo lo anterior, me sorprendo todavía con un espiritu raro. Uso la palabra raro porque todvía ando buscando en el catálogo de sentimientos como tildarle a este.  Parace que parte del alma se me quedó atorada entre los árboles de la loma en Clave Verde. O serán los eventos que se dieron en mi que transformaron mi cosmovisión de las cosas, anticipando un 2015 distinto a lo que esperé, si fuere que esperé alguna vez algo de un año.

Siendo una persona sensible y siendo que comulgo con el concepto de unicidad que se da entre todos los seres vivos, y cuando digo todos, incluyo al aire, las plantas, los animalitos, y el lagarto grandote que se metió a la casa el día segundo del año, al que luego bromeamos con bautizar Pepe, creo, me figuro que permearon en mi un cambalache de sensaciones y que hoy, ya en mi habitual entorno, estas estan instalándose en mi piel de una forma que no me pasa desapercibida.

Escucharse así mismo es un arte que hay que desarrollar. Apostar por el autoconociemiento, aun cuando no te reconozcas para nada en primera instancia.  Irte al fondo, nadar ahí, donde no da la luz. Imagino que algo me pasó, por que ciertamente no me siento igual. Me comprometo con este nuevo reto de reinventarme y ver que tal me va con un ego mejorado.  Resulta que siempre hay mejoras que hacer en la casa. Que esto haya sido a fin de año no pasa de ser un mero tecnicismo, diría yo.  Bien pudo pasar en el feriado de Semana Santa, o en verano, para las vacaciones.

Desde que llegué les quise escribir, pero los dedos estaban entumecidos.  Tenía, lo que yo llamo, las letras atoradas en la punta de los dedos y esto que les cuento lo hago tal cual lo siento, porque me voy sabiendo mejor según pasan las horas.  Y se que cuando las labores en la oficina se incien mañana 6 el trabajo será peor, hablo del trabajo de seguir con mi autoexploración, porque vendrá entonces un olvido de mi propio yo para ocuparme de las tonterías que el mundo laboral impone para lo que la sociedad moderna denomina vida productiva.

En definitiva, ya estoy aqui.  Regresé.  Quizá aún estoy regresando.  Quizá seguiré en estatus gerundio por varios días. Al término de estas letras ya cuentan las 16 horas y cincuenta minutos.

Besos.  Nos vemos a la próxima.

Playa en Las Terrenas

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