Señorita Utopía
Me da gracia imaginarme la utopía como a una
chica delgada y atractiva, que nunca envejece y que te mira con una
sonrisa a medio construir, de esas que invitan a reírte, y que, aunque
no tengas noción de por qué te ríes, sabes que el motivo convence y
tiene gracia, entonces te ríes de todas formas. La utopía es así. Es
hermana de la señora obstinación, a quien imagino con más peso, algo
robusta, musculosa y portentosa. De mirada adusta y nada efímera. La señorita
Utopía y la señora Obstinación, más que hermanas, son amigas y aliadas.
Verás, en días pasados estuve meditando sobre la utilidad de las
utopías y, en una de las definiciones que encontré, cuenta que se trata
de un proyecto o idea irrealizable, al menos en el momento en que se
concibe o se plantea dicha idea o proyecto. Básicamente, cuando oímos
la palabra utopía pensamos en imposibles. Pero siendo la utopía un
imposible, ¿dónde está la utilidad de esta?. Ahí me llega la idea de la
señorita sonriente, caminando delante mío y haciéndome avanzar hacia
ella. Se que no la alcanzaré, pero igual la sigo. Las utopías sirven
justo para eso, para avanzar, para no detenernos. No se trata de que no
llegarás, se trate de que, a pesar de ello, no te detengas. Además, el
camino y el resultado podrían sorprenderte. Por ese camino es que
aparece la señora obstinación, porque en tu necedad de lograr algo,
seguirás y seguirás. Nuestras cultura nos vende muchas ideas, que,
reforzadas por la educación familiar y oficial, –escuela, universidades,
poderes invisibles que se valen de medios, libros, bla bla bla-,
terminamos asumiendo como ciertas, de ahí que aspectos como la felicidad
plena, la libertad, la igualdad, la equidad, el amor sin egoismos,
entre muchos otros, sean conceptos que aceptamos como utópicos. No
obstante, si seguimos al ideal, a la utopía elegida, naturalmente, de
una forma saludable, digamos… una obstinación que no te enferme ni te
perjudique, sin duda estaremos mucho más cerca de la meta que aquellos
que, convencidos de lo “inútil de perseguir utopías”, se quedan varados
en sus estancias de confort y hábito. Hace tiempo que he elegido mis
utopías. Tengo mis ideales predilectos y no tengo en agenda desmayar.
Si además, caminar del lado de la señorita en cuestión y escuchando los
sabios consejos de la otra señora, puedo afirmar que lo más grandioso no
es solo el destino, sino todo el camino que recorro en el transcurso.
© Derechos de Autor Gnosis Rivera.-
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