Mis hermanos de Haití
Usted es un nacional haitiano, traído por una empresa X o por el
mismo estado, a la parte de la isla que corresponde a la nación
Dominicana. Viene porque lo traen. Trabaja en labores de construcción,
o en las temporadas de zafra, en los ingenios azucareros. Usted
termina teniendo toda una vida aquí en República Dominicana. Puede que
viaje de cuando en cuando a su natal Haití, pero termina teniendo una
vida en Dominicana. Llega incluso a tener familia en este lado de la
isla. Usted ha trabajado por años, muchos años, para el estado, en los
ingenios, y para sectores privados que realizan inversiones en el sector
hotelero. Usted ya tiene más de cincuenta años en la isla. El estado
nunca se apuró por regularizar su estatus migratorio, por diversas
razones. Entre ellas, algunas bien obvias. Usted debería gozar de los
beneficios de las leyes laborales y contar con los beneficios de la
seguridad social, al ser empleado del estado y del sector privado con
estatus legal en el país. Pero nada de eso ocurre, por años.
Posteriormente, por una treta gubernamental que solo se entiende dentro
de los parámetros de lo irregular, usted es jubilado, aunque claro, con
una miseria de dinero. Luego ocurre lo siguiente. Un sector, de esos
invisibles que obedecen a poderes más invisibles aún, promueve, y por
medio de un tribunal superior, establece que su descendencia, que de
acuerdo a la Constitución Dominicana es de nacionalidad Dominicana, ya
no lo es, y por tanto se quedan en el limbo jurídico. Mujeres y hombres
que no conocen otra nación que no sea la Dominicana; mujeres y hombres
con su cédula de identidad y electoral Dominicana; mujeres y hombres que
trabajan y estudian en el país, pues son de aquí, de repente dejan de
ser, porque una sentencia con carácter retroactivo desde el 1929 le dice
que usted ya no es dominicano. Y yo me pregunto, ¿cómo es que se deja
de ser de un país?...
Mientras tanto usted, nacional haitiano
cañero, le dejó su vida al negocio del azúcar y hotelero. Trabajó para
el estado por décadas. Ayudó al enriquecimiento de sectores privados
del negocio hotelero del país, pero usted ya no le sirve al estado para
nada. A usted hay que repatriarlo!. Usted se va del país!. Regrese a
su pedazo de isla!. El estado ya no le necesita!. Aunque claro, usted y
su despojada descendencia hará todo lo posible por regularizarse, usted
y sus hijos buscarán los documentos que exige el Plan de
Regularización, pero no están contando con todas las trabas que tendrán
para agotar el proceso como tal.
Esto es solo una parte de la
situación que acontece en todo este berenjenal migratorio. De un error
no puede más que surgir muchos otros errores. República Dominicana
tiene TODO EL DERECHO de regularizar a sus inmigrantes, pero se está
equivocando en muchas, muchas cosas!. Y recordemos estos eventos, porque
nada de esto será gratuito. Absolutamente NADA!!
Finalmente, para colocar sobre el helado la fresa de adorno, la obra
de mano contratada por el estado para habilitar los espacios destinados
a asentar a los deportados, aquí en Dominicana, es Haitiana. Hay que
tener las bolas bien grandes, ser bien incoherente, o rayar en el
extremo de la ironía irrespetuosa y burda para utilizar a los mismos
haitianos a habilitar los espacios donde serán asentados ellos, más
adelante. Qué vergüenza!!!
Seguiré en otra entrega. Lo dejo de este tamaño, por hoy.
Gnosis Rivera
Comentarios
Publicar un comentario