De género, sexualidad y amor

Dentro de todas las trampas culturales, las vinculadas al género, la sexualidad y el amor, son de las más controvertidas y pesadas que hay. Desarrollo mi parecer al respecto, a continuación.
La genitalidad, que implica la exitación sexual en hombres y mujeres, la respuesta orgánica a un estímulo sexual equis, es una parte de la sexualidad, más no toda. Nunca toda. De hecho, una de las cosas que más daño le ha hecho al enfoque de la sexualidad hoy en día es genitalizarla, circunscribiendo el escenario sexual al coito o cualquer actividad donde se involucren el pene y la vagina. Es una gran limitante, sobre todo porque la sexualidad se manifiesta de muchas, muchas formas, más allá de los genitales, -pero ese es otro tema-. Ahora bien, imaginemos que abodarmos la sexualidad en toda su dimensión, pues bien, esta es parte del amor, más no toda, nunca toda. Y aquí va el otro daño, circunscribir el amor a la sexualidad, cuando el primero puede contener al segundo, pero no necesariamente el segundo contiene al primero. Desde que hacemos esto limitamos el amor y nos empezamos a meter en etiquetas. El amor, si se da cuenta, es el concepto macro que contiene a la sexualidad, pero que no se limita a ella. Se puede amar y no manifestar exualidad, aquí tenemos al amor filia y el agape, un amor ausente de eros. No es menos amor, es amor y punto. Otro cariz, pero amor al fin.

Un sentimiento muy poderoso que se manifiesta dentro del amor es la admiración. Y cuando se admira algo de forma muy intensa, podemos casi afirmar que amamos el objeto de nuestra admiración. Aunque claro, el amor es algo mucho más complejo que la admiración. Yo suelo decir que el amor y la admiración son primos-hermanos. Habiendo dicho lo anterior, puedo explicar mucho mejor el argumento central de lo que quiero expresar. Yo amo a algunas mujeres. Me pasa y me ha pasado que las veo y todo mi espíritu se reboza, se alegra. Le veo sus formas, sus maneras, y siento inmensa felicidad y cariño, dentro de la cultura que vivimos, alguien podría decir que soy una lesbiana en potencia. Lo cierto es que a mi me parece de lo más normal ver y amar a aquello que me despierta amor, y esa manifestación me viene depojada de todo rasgo sexual. Yo no me caliento cuando he visto a estas damas, es mi espíritu el que se reboza. Mi estadío sexual no tiene nada que ver con esta manifestación que es solo amor, admiración, como yo lo veo. No confronta mi sexualidad ni mi preferencia, en ningun momento. Ni siquiera lo pienso. Muchos patrones culturales nos dicen lo contrario. Y todo esto también le ocurre a los hombres. He visto danzas ralacionales realmente profundas y estrechas entre hombres heterosexuales. Relaciones en la que la preferencia sexual de cada uno no tiene absolutamente nada que ver, so pena de las bromas y chanzas que puedan surgir por ello.

Entre mujeres la cosa es distina, pues culturalmente genera menos controversia verlas abrazadas, que duerman en una misma cama, porque no se pudo de otra, cambiarse de ropa juntas. En fin, una seria de actividades que pueden pasar por normales, serían seriamente cuestionadas en el mundo de los hombres. Y todo esto está seriamente determinado por la cultura. Recuerdo un filme polaco que vi hace unos meses, donde un hombre se vió obligado a pernoctar en más de una ocasión en casa de un conocido. El hombre durmió, casi todas las noches, en la misma cama del conocido, y las escenas que se generaron versaban sobre el hábito del primero de roncar. En ningún momento en el filme se vislumbra el tema sexual o se deja entrever alguna tendencia homosexual o temor a ella, por parte del conocido. Yo reflexiono al respecto y puedo afirmar que los patrones tan conservadores de los que hablo más arriba son más marcados en nuestros países latinos, donde el hombre es llamado a nunca, nunca poner en duda su condición de macho.

Muchos hombres son víctimas de bromas y burlas solo por mostrarse abiertamente afectuosos con otros hombres. Parece ser que el afecto está reservado a las féminas, y que el hombre solo puede ser afectuoso dentro del marco de lo erótico. Es un paradigma dañino, limitante y errado por demás, por no decir de injusto. Los hombres terminan etiquetados de afeminados, homosexuales en potencia, y mucho más. Sinceramente pienso que ni el amor, ni el placer, ni la belleza, ni la admiración, ni la alegría tienen género. ¿Por que insistir y polarizar la manifestación de estos valores?. El origen de tal desvirtuación podría ser todo un tema de investigación. Para mi está más que claro. La persona es persona, el amor es amor, y punto. Yo lo veo desde un punto de vista holistico. Unicidad es la palabra que me viene a la mente. En la mañana de hoy me he encontrado con esta mujer hermosa, que tiene una luz tremenda que sale de ella, no se qué rayos es, pero siempre que la veo mi espíritu se alegra, sonrío y le digo que la quiero. No me genera conflicto alguno, ni mental ni espiritual, ni material. Solo se que soy feliz cuando la veo y ella lo sabe, por que yo no me callo estas cosas. Que la cultura me haya dicho que eso tiene implicaciones sobre mi preferencia sexual, pues qué va, no las tiene. Yo y mi espírutu les decimos que no las tiene. Y que conste, que si fuera lesbiana no tuviera ningun problema. Aqui el tema es que las personas tengan estas etiquetas en la mente y den por sentado cosas que no son. Eso es alienación, manipulación cultural. Me gustaría que comentaras y me dijeras qué piensas sobre el tema.

Les dejo por ahora, cariños.

Gnosis Rivera

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