Sueño
Tiene un buenos días. Uno cuyo sabor aún no logra
descifrar. Un rostro se asoma por las esquinas de su memoria, pero no
sabe qué sentido conferirle. Lo siente y lo piensa, más no atina a
describir bien su perfil. Anoche, en sus sueños, apareció de frente,
montando bicicleta, iba de espaldas al timón y todavía así, dominaba el
destino que tenía al frente. Conducía caminos pedregosos, inclinados,
obtusos, poco amigables y muy retadores para cualquier caminante. Ella
iba frente a él y él frente a ella.
Dominaba los espacios, besaba sus labios de tanto en tanto, acariciaba
su frente y tomaba su mano. Nunca reparó en el hecho de que no veía
hacia el frente, más aún, conquistaba todos los recovecos y curvas del
camino. Ahora, ya despierta, tenía un extraño sabor en la lengua, y no
era por al alcochol de la vispera, era el sabor de la incertidumbre, era
el sabor del no saber qué venía. Un sabor tan familiar en sus papilas,
uno sabor que siempre saludó. Aunque ese sabor le olía a gozo, a piel
húmeda, tabaco y café. Olía a notas cítricas y a crema de rasurar.
Resolvió quedarse quieta, esperando a ver que el rostro se definiera. Ni
ella ni él tenían idea de qué pasaría.
Derechos de autor Gnosis Rivera
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