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Mostrando las entradas de enero, 2015

Me amas...

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Acuarela de AgnesCecile  (clica en el nombre para más información) Te se. Te presiento en la vispera del trueno. En el viento que le susurra caprichos a los árboles. y en el atardecer en el puerto. Me amas. Me lo confirma tu gesto, el timbre de tu voz te delata. y tus planes de dos salen a borbotones por las esquinas de tus bolsillos. Y me deseas. El calor que despide tu alma me quema la ropa. Tu mirada centellante me traspasa y me desnuda y te sobran excusas para hacerte con mi mamo en la tuya. Y asi te vas haciendo con mi amor.  Entrando por la puerta grande del museo triste que fueron mis besos muertos. Embalsamados todos de moho nostálgico. Y diste con la clave que revela mis tesoros, adueñándote de todo cuanto hallaste. Pidiendo entregar a cambio el doble de cuanto tomaste. Y asi te se, asi me amas y me deseas. No habiéndo más secretos, te desnudaste frente a mi, te quitaste tu traje de centurión y envainaste tu esp

Posesión

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Bajo las sábanas, la anarquía de tus manos,  la protesta de mi piel por ser contigo. El caos total de los besos. Ni tú ni yo, conformes! queremos más...vamos por ello y asaltamos nuestras bocas. Ocupas mi sacro rincón secreto. Tomas de rehén mis gritos ahogados y perversos. Me amenazas!  O me tomas o te tomo! Me rindo...ya no tengo más opciones que ceder a tu venganza. Esa de armarme y desarmarme a tu gusto! © Derechos de Autor  Gnosis Rivera.-

Almas rotas

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Almas rotas van caminando vacías, por las calles. Locas, quietas y tranquilas... van esperando por un oído mudo. Uno que les escuche en silencio sin hacer preguntas huecas. Es un deseo grosero que les hace anhelar un hilo,  no importa si ajeno, que les surza los trozos manidos. Tan rotas van, que se arriman a cualquier carne barata  que se ofrezca. Almas rotas que se aquilosaron sin voluntad al frio. Almas que olvidaron la tibieza de un amanecer de dos. Almas rotas van caminando tristes, por las calles.  Se han vuelto autómatas y laten sin darse cuenta. No recuerdan la ruta de su sangre por las venas. Se rien por chistes que no entienden y lloran lágrimas de plástico. Pobres almas!... olvidaron los tonos verdes del prado. Sus pupilas se reventaron y ya no reconocen los malvas, ni los ocres del otoño.  Siquiera ven el gris y el negro.  Han olvidado los colores y ahora miran sin ver. El despertar de un alma rota... tan brusco como necesario!. Abrup

Amado

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Ven amor mio, ven a mi! toma de lo que soy... mi boca está servida! en ella está el almíbar que mojará tu saliva... penétrame lentamente con tu lengua en beso irreverente y poseso! Se conmigo carne y cuerpo, llama y fuego, incendio de caricia y eros! melcocha caliente que erosiona de placer la timidez del anhelo! ¿Y dónde está lo supremo...? si en tu piel, extasiada de sexo o en mi aliento, enervado de deseo...¿? si acaso sirve saberlo...! ya no se dónde empieza mi carne y dónde termina tu cuerpo! Ven a mi ... soy lienzo, que blanco, anhela un dibujo tuyo... ahí en mi vientre desteñido! siembra garabatos de colores, siémbrame una herencia...! con tu brocha de deseos crudos, hazme un coito de promesas... Se conmigo ron y veneno hazme supurar verguenza de mis poros! verguenza de recibirte tantas veces! una y otra vez... como loca sin quicio! ..ven a mi, amado mio, se mi abrazo, se mi gozo, se mi amante y mi esclavo... yo seré tu compañía, seré por

Su cuello

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Dibujo realizado a carboncillo por Teresa Duran, artísta española.- El había decidido cambiar de casa.  La suya no le reportaba la paz y la tranquilidad de antaño, y  su espíritu le demanaba un nuevo hogar.  Era un hombre distinto ahora. El espejo le devolvió la novedad en su mirada cuando, en ese verano de siempre, se atrevió a mirarse distinto. Entonces decidió habitar en el cuello de su amada. En pocos días, aprendió que casa y hogar no son lo mismo.  En su casa vieja, los muebles se amontonaban disparejos. Las colchas, los cuadros en la pared, los muebles!...fueron la norma del aburrimiento.  Abandonó esos espacios viejos y trasladó sus enseres al cuello de su amada. - Amada mia, vengo por ti.  Vine a instalarme!  Habitante entusiasta de tu cuello...! Ella le miró. Le hizo el espacio perfecto a su tamaño y le recibió con todo el cuerpo.  El depositó su boca y todos sus besos en ese delicioso trayecto que va desde el lóbulo de su oreja hasta la clavícula y el hombro. El

Momento

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Pintura de Steve Hanks, San Diego, USA. Se mordieron con las manos y con la mente, con la angustia y con el verso. No les bastaron los labios ni el beso. Luego, vistieron sus ropas y se fueron. No hubo tiempo para el recuerdo, ni para contar las lunas. Fue solo hambre y sed, tomar y beber, servirse y comer. ...y luego, fingiendo intimidad, se mintieron  y se hicieron los sordos, ninguno pronunció la oración de una promesa, fue solo cuerpo y sudor, geminos y calor. Siendo que nunca se recordaron, no valió la pena que uno preguntara por otro. No fueron tema de conversación. Fue solo la urgencia de un momento escaso, fue sorber café, y morder la carne. Y ya ninguno se recuerda. Solo malgastaron las ganas. Solo fue un ayuntamiento de caricias... ...un desperdicio de momentos. ...y eso fueron, un momento. © Derechos de Autor  Gnosis Rivera.-

Ser

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Imagen de Pepe Madrid, Acuarelista de origen español.- La flor no se aburre esperando en el campo por la caricia del sol, ni se disgusta con el horizonte, que se lo traga lentamente para llevarlo de la mano a pasear por otros prados. La flor siquiera sabe que el sol se ha ido.  Se mantiene con el calor que le queda.  La flor solo se alimenta del sol, aún sin saber que sin él moriría. La rosa no va siendo rosa, orgullosa por el jardín y vanidosa de sus pétalos. No sufre del incordio vano de sus espinas. No presume de su aroma ni se enaltece a sí misma por lo grácil de su tallo.  La rosa solo saber ser rosa, aún ignorando que lo es. Ni el mar...no se atranganta con la sal de sus aguas, ni se angustian sus ojos en la orilla, de tanto ser tocadas sus pestañas, con la ola perversa y traviesa que insiste en su encuentro.  El mar solo sabe ser mar, aún sin sospechar que lleva sal y agua en sus entrañas. El camino no conoce al caminante, ni se sabe camino!.  No se revela por

Costumbre

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Mujer de Pueblo, de Pedro Lira (1845-1912), chileno.- Sus noches se formaron de siglos de tardes marchitas, de cientos de días color ocre  y miles de horizontes amarillos. Así, ya no sabía cuando el sol se ponía o si en cambio, llovía toda la tarde.... Se hizo pariente lejana de las melancolías rancias. De esas que solo habitan en los corazones de quien, harto de la espera, termina jugando a las cartas con su propia compañía. Las paredes de la casa estaban forradas de soledades azules. Quien la visitaba, podía tocar con las manos el olor de la espera eterna.  Con la memoría del gesto, su mano derecha se quedó tendida en la espera de caricias.  Volvióse gesto habitual de una obstinación lastimosa y de por si, necia. Algunos mendigan pan para alimentar una panza hambrienta. Ella, en cambio, solo quería alimentar su espíritu con algo de presencia y compañía.  Presencia para compartir los cafés y las mañanas. Para hablar de los diarios y la poesía.  Cuando regresaba de la call

Participios

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Acuarela de Teresa Durán, España Amar un cuerpo que no es perfecto, uno donde hallar el milagro de la compañía. Encontrar en el traspatio de la mirada la ternura cómplice. Depositar en la piel la caricia y apretar la espalda fuerte! que no se escapen las ganas... Dejar en la memoria la textura tosca de las palmas sobre los pechos adolescentes... que se revelan asustados por el ansia. Despertar horas más tarde con el sentimiendo dormido. Quebrar el día con el primer saludo... renovando lo vivido. Saturar los sentidos. Responder al llamado. Degustar en la boca el sabor del tiempo Descubrir el azul cobalto en los labios en pleno enero. Adivinar a retazos como abrir una nueva primavera, sin disturbios, ni embages... sin esperas. Estar... siempre estar! Amar...aprender del amor justo cuando la vida nos divide en dos carriles! Dos, que rotos, luchan por hacerse enteros, para el uno, para el otro... © Derechos de Autor  Gnosis Rivera.-

De vuelta...

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Una de las bellas casas en Clave Verde Hola.  De este lado del globo rondan las 16 horas con veinte minutos. Yo regresé a mi rutina habitual el pasado sábado a eso de las 18 horas.  Estuve fuera de casa por cinco días con sus cuatro noches. Noches en las que el sonido de múltiples pajaritos era lo único que escuchaba. Estuve estos días previos y posteriores al fin de año en un lugar de mucho descanso.  Es increible como suelen cambiar las demandas de una persona según los años se van acomodando en el cuerpo.  En fin, que la bulla de las fiestas, la vocinglería y el tumulto no fueron parte de mi entorno este año que terminó. Ya en lo que sería la primera mañana de un nuevo año, los pajaritos seguían entonando sus melodías. Yo despertaba pidiendo café, y quienes me acompañaban se apuraban a alistarse para ir a la playa. Los días continúan su curso sin piedad alguna y hoy ya vamos por el número cinco. A todo lo anterior, me sorprendo todavía con un espiritu raro. Uso la palabra ra