Eterno




Tu piel se quedó grabada en la memoria de mis dedos
¡tanto!, que siglos después de haberte amado, sigo tocando tu cuerpo cada vez que te pienso.
Los rostros ajenos que hoy pasean a mi lado, son espejos...
en ellos se refleja nuestro beso, ese beso primero, los que siguieron y el último.
Y en mi oídos tu risa, esa risa despeinada;
alegre y descarada risa que aún retumba en el ruedo de mi nostalgia, 
junto al compás de tus silencios y tus ausencias.
Todavía despierto con la voz de tus susurros, 
con ese "buenos días" nuevo que equivalía a un "te quiero".
Y cuando cierro mis ojos ahí están los tuyos...
mirándome, entendiendo sin hablar, mostrando al niño que te habita, a tu nobleza y valentía.
La alegría de tu mirada me recibe en abundancia.
En esos dos hermosos huecos aún encuentro mi hogar. 
Me pierdo y me hallo.
Mi llanto, cuando es en ti, endulza mis mejillas; tu nombre nunca conoció la sal.
No ha sido posible ni el olvido ni la distancia. 
Mi espalda no te conoce.
Tampoco te has vuelto duda, más aún, con el tiempo y su transcurso, te has confirmado certeza.
Y hoy, ya no espero el olvido, 
tampoco espero pisar la fría loza de la indiferencia.
Solo aguardo para recibir con el tiempo la vejez de tu recuerdo,
así como en mis dedos, tu eterna memoria.


Derechos de Autor: Gnosis Rivera
Imagen: Mujer leyendo. Obtenida de la red. No para fines comerciales
República Dominicana 
Enero 27, 2017

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