Demonios
Miedos que lucen nuevos, más son los de siempre, solo que llevan
distinto vestido. Los fantasmas no están en el cementerio ni los demonios en el
infierno; habitan dentro de mí, dentro de ti, dentro de todos. Algunos parecen
haber abandonado la tarea del susto y sientes esa paz de saberte en control de
tu cabeza, de tu corazón, pero cualquier tarde, día o noche, este aparece en
forma de luna, de sol o bocado, y se instalará en tu seno.
Ese temor lucirá
nuevo, él buscará la forma de angustiarte haciéndote creer que es diferente,
intentará convencerte que no le conoces y que no sabes cómo abordarle las
trampas, pero tú ya eres una experta, un experto; llevas tiempo lidiando con
todos ellos. Con todo y susto, le halas de los pelos, le clavas las uñas en el
cuello y le fuerzas la cabeza para que mire. Y cuando ese miedo te mira,
descubres ahí, tras el iris de sus ojos, que es el mismo de siempre, el de
niña, el de joven, el de adulta.
Te ríes.
-En serio pensaste que no te reconocerías...- le susurras al oído. Estás
en ese salón, repleto de gente, y nadie adivina que están en medio de un duelo
con tu demonio favorito.
El expide un halito de desolación sobre ti. Esperando ganar, una vez más
ganar. Pero ignora que ya te sabes la desolación de pe a pa, hace mucho tiempo,
y eso ya no te da miedo. Al final, ese demonio, ese miedo viejo con vestido
nuevo, se rinde, claudica. Se arrincona ahí, donde guardas tus esqueletos. Él
se irá resignado, con el firme propósito de crear una forma distinta de
aparecer, más adelante, más adelante...
Porque hay demonios que nunca se van. Siempre estarán ahí. Entender esto
también es una forma de espantarles.
Gnosis Rivera.-
Gnosis Rivera.-
Comentarios
Publicar un comentario