Ansiedad


Vino a mi; toda la tarde estuvo presente. Me tomó por el pecho y luego por el cuello, hizo intentos de llegar a los ojos pero no lo logró sino hasta la noche. Me miró bien de frente. La vi de frente. No era fea, tampoco bonita, pero era. Su mirada era de un gris vidrioso. Nos miramos largo rato, yo asumiendola y ella con una pregunta tan obvia, que casi podía verle los bordes en el aire -¿Entiendes lo que te digo.... entiendes...?-
Me pasé el reverso de la mano derecha por los ojos y aclaré la mirada para verla más claro. Finas cortinas de agua me impedían observarle bien el rostro. Ella estaba flexionada para lograr mi altura; yo, sentada. Volvió a indagar, esta vez con voz empática: -¿Dime, entiendes lo que intento decirte?....porque esto nos está costanto mucho a ambas...-.  La miré, con actitud resoluta, ella sabía que tal resolución no era cierta, pero me reconoció el valor de intentarla; además ella conoce bien mi obstinación. Me miró por última vez, tomó mi barbilla como todo gesto despedida. Su piel, transparente, ni era tibia ni era fría, pero le habitaba una temperatura rara. No se. Se retiró y no sé cuando volveré a verla. Me dejó su pregunta dentro de las costillas y en una esquina de mi sistema límbico. Es una tarea.

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Gnosis Rivera
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