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Mostrando las entradas de noviembre, 2017

Cosa

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Sentada y muy cómoda. Tres almohadas separaban el corriente algodón de su bata de la dura superficie de la pared. Sin embargo, tenía instalado justo ahí, en el medio de su universo, algo tan duro, grueso y pesado como qué ¿? Realmente no tenía con qué comparar lo que se había mudado ahí, solo sabía que pesaba y dolía mucho. Esa cosa se movía con ella, a todos lados. Si bajaba la cabeza, se le instalaba en la boca. Cuando se sentaba, se hacía lugar entre la garganta y el estóm ago. Si se paraba, la cosa se mantenía en alerta. Siempre, ¡siempre! cargando el mismo pegote de dolor pesado y grueso. Esa cosa parecía tener vida propia, agenda y propósito, pero ella últimamente no le hacía caso, lo o la dejaba ser. Carecía de género, porque a fuerza de pesar y doler tanto, no había espacio para eso. Dolía, ¡por los dioses! que le dolía… y llevaba días con esa cosa ahí, en el centro de su universo. Derechos de Autor: Gnosis Rivera Derechos de imagen: Josephine Cardine,  http://cardinp

Iniciando el camino de regreso

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He visto nubes que parecían trozos espumosos de suelo sobre los que saltar y saltar, como los niños sobre colchones, sin temor, sin miedo... solo saltar. He visto el mar, con sus olas, todas distintas,  ¡ninguna igual!... de sonido envolvente y suave. He visto el cielo, luego de veintitrés días el azul de esa gran bóveda que me sirve de techo se presentó como nuevo ante mis ojos. Y fue la alegría, pequeña, pero fue la alegría. He visto el suelo, de tantas formas, lisas, con accidentes de raíces necias y obstinadas por safarze de destino de entierro. He visto la maleza en la tierra, y la pensé hermosa, con tantos verdes distintos, con hojas de tan diversos y hermosos contornos. Algunas vestidas con gotas de amanecer. Otras secas y enredadas. Las he visto acolchando el borde de las aceras, recibiendo rodillas traviesas, y soportando traseros cansados que procuran un tiempo de descanso. He visto rostros de gente, gente nueva, gente transparente y al verlos, he vuelto a sentir cómo mis l

Cuando no quieres estar más

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O quizá no es que no quieres, es que "sientes" que no puedes más. Tu mente, por algún motivo, te ha convencido que "irse" es la única opción; y no es que diga "algún" como quien no encuentra una justificación o motivo y usa esa palabra para designar a lo imaginario. Realmente hay razones muy concretas debidamente identificadas por la propia persona que decide la "salida", y también diferenciadas por la comunidad médica. Algún motivo es una infinita sensación de tristeza instalada en la psique, y por ende, una cruel ausencia de voluntad en el cuerpo para realizar las actividades más simples y comunes del día a día, como salir a la calle, bañarse, o comer. Es solo querer dormir o no logar hacerlo. Es pánico, miedo, angustia, y la peor de todas: la sensación de desesperanza. El resumen de todos estos "algunos" -y muchos otros más-, cuando persisten por un tiempo prolongado, se presentan en forma crónica, y dificultan de manera

Nuevamente noviembre

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Noviembre, has llegado, no sé si por fin, o solo llegaste. Es que ya no espero igual. Las esperas me han estado haciendo algo de daño. Tu entrada fue difícil porque las horas previas a que tocaras la puerta, yo estaba muy agotada, cedí al sueño, esperando, -otra vez la espera- poder descansar para recibirte con una sonrisa de esas anchas y dientonas que yo suelo regalar. Pero te juro que no he podido. Igual es temprano. Todavía uso el sol portátil del que te conté una vez, así que, no te prometo, porque, ¿sabes? es otra cosa que ya no hago, prometer, pero tengo fe en que en una horas pueda darte de ofrenda de bienvenida, algo de sonrisa y luz.  No creas que por ser de repuesto, mi sonrisa y mi luz de sol portátil, tienen menos valor que el astro verdadero que siempre me ardía en el pecho, ni que mi sonrisa de muchachita loca parlanchina feliz; no.  Esa sonrisa y esa luz que espero darte durante el día –¡y dale con la espera!; es que es difícil romper hábitos viejos-, está repleta